Agitar el árbol y recoger los frutos

jesse69

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Si en el conjunto de España la posible visita de Pedro Sánchez a Waterloo gusta poco, en Cataluña gusta todavía menos. No gusta al PSC de Salvador Illa ni a su Gobierno en la medida que tampoco gustó la ley de Amnistía porque reabría una herida cerrada con los indultos, daba un protagonismo excesivo a Puigdemont y a Junts, y alejaba de los socialistas a los votantes más de izquierda de Ciudadanos, que rechazaban el proceso independentista y la inmensa agresión que supuso que quedara no sólo sin castigo, sino como algo de lo que encima fue culpable el Estado, que es lo que en el fondo la ley de Amnistía viene a significar. Esquerra Republicana, a pesar de que se ha beneficiado tanto de los indultos como de la amnistía, también recela de la eventual visita presidencial a Bélgica porque da alas a su eterno enemigo -que es Puigdemont y no Aznar o Feijóo-, que no tiene ningún vigor político pero que puede continuar haciendo su juego electoral gracias a estrategias tan personalistas como estériles. Es muy deprimente para Junqueras que, teniendo los mismos escaños que Puigdemont, el apoyo de Junts se cotice siempre a un precio mucho más elevado.La oposición de PP y Vox a este encuentro, más allá de la obviedad ideológica, tiene un doble filo para ambas formaciones. A Feijóo, como se ha visto en las últimas semanas en el Congreso, le viene bien que Junts esté rehabilitado para la política cotidiana porque le permite tener más de un aliado. El PP puede renegar todo lo que quiera de los indultos, la amnistía y de la hipotética visita de Sánchez a Waterloo, pero paradójicamente puede ser uno de los mayores beneficiados a medio plazo de todo ello y en las últimas votaciones ha recogido los frutos de lo que tanto ha criticado al PSOE. La moción de censura instrumental que podría pactar con el independentismo forma parte de estas mismas ganancias: el mero hecho de que pueda darse, aunque al final no sea el caso. En cuanto a Vox, este es el tipo de debate que más y mejor alimenta al partido. La interesada tibieza de Feijóo favorece la fuga de un voto indignado que ve como una humillación cualquier pacto con los golpistas. En Junts las dos almas perviven: la del presidente por un lado, que quiere convertir su problema personal en el centro nuclear de la política catalana, para asegurarse de que encuentra una salida a situación; y por otro lado, las voces más moderadas del partido que intentan avanzar al margen de los problemas personales y del pasado, y tratan de centrar al partido en la lógica y la aritmética de la normal vida parlamentaria para encarecer el precio de su apoyo tanto cuando lo presten a los socialistas como a los populares. Evidentemente no hay nadie en Junts que se oponga a la visita de Sánchez a Waterloo, pero el despliegue de focos y atención alrededor del presidente fugado no es lo que los pragmáticos de la exconvergencia desean para su proyecto político.El pasado sólo interesa a Esquerra y a Vox. A los de Abascal, como fuente de legitimación para mantener vivo el conflicto que atrae al votante más combativo y para crecer a costa de un PP ambiguo que quiere abrirse a todas las formaciones políticas (con la excepción de Bildu) para tener más opciones de gobierno. A Junqueras, en su desesperado e inútil intento de dar sentido a sus años en la cárcel intentando alcanzar en algún día la presidencia de la Generalitat.A los demás partidos les interesa el futuro, aunque en distinta medida. A Sánchez, para sobrevivir en el alambre de su difícil equilibrio; a Puigdemont, para salvar su pellejo a costa de sus supuestos ideales; y al PP, sin que se le note demasiado que finalmente su camino político pasa por beneficiarse de todo aquello que usó como dinamita para intentar hacer saltar a Sánchez por los aires.

 

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