ygottlieb
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Hay a quien le gusta el turismo cultural, quien prefiere el gastronómico e incluso quien, en un arrebato alfredolandista, opta por el de sol y playa, con sus paellas, sus guiris y sus salmonelosis. Pero lo mío es el turismo loterístico. Yo valoro el destino en función de la probabilidad de que toque el Gordo . Todos intuimos que un décimo de Briviesca, de San Pedro del Pinatar o de Vic tienen más valor que uno de su pueblo o del mío. Uno oye Briviesca y parece que ya estuviera escuchando a Goyo González en COPE explicando que el premio ha sido muy repartido por toda La Bureba y conectando con una señora de Vallecas que lo compró en el último momento.Así que me fui a La Rioja, que es la parte de Castilla más infravalorada en lo histórico. Cuando pensamos en Castilla algunos se quedan en las grandes catedrales, en la inmensidad de Tierra de Campos o en la gloria Borgoña, Trastámara y Habsburgo, que es un apellido tan de Valladolid como Delibes. Porque les recuerdo que en mi ciudad vivió Carlos V, nació Felipe II, vivió Felipe III, nació Felipe IV e incluso Ana de Austria, la madre del Rey Sol y, por tanto, abuela del absolutismo, doctrina que pega bastante que saliera de la cabeza de una pucelana. No tengo pruebas –tampoco dudas– de que Luis XIV acabó como acabó porque había una de Valladolid comiéndole el tarro: «Si es que eres tonto de puro bueno. Al final te engañan siempre, eres demasiado blando, pero tú sabrás». Y, claro, al final, solo para que no te calienten la oreja acabas concentrando todo el poder en tu pucelana mano y creando Versalles para que tu madre no te dé la turra. «Cherchez la femme», que dicen los cursis. En cualquier caso, antes de eso la Reconquista se centraba en un punto concreto que las fuentes musulmanas llaman 'Álava y Los Castillos'. Los Castillos –'Castellae' en latín, posteriormente Castilla– surge ahí, en una zona entre La Rioja, el norte de Burgos y el sur de las actuales Álava, Vizcaya y Cantabria. Ese es el germen de la resistencia en el siglo IX. Pese a lo que se piensa, Castilla nunca tuvo el frente en el sur –un desierto despoblado– sino en el este, en la frontera con los reinos de Pamplona y de Valencia, tomados por los moros. De ahí los castillos como fortificaciones. Y de ahí los monasterios, donde se escribieron las primeras palabras en un idioma que, mucho después, llevaríamos al sur del Duero. Y al oeste de Palos.Pero a lo que vamos: yo quería verlo con mis ojos . Visité Ezcaray, con sus mantas, Santo Domingo de la Calzada con su catedral y San Millán de la Cogolla, con los monasterios de Suso y Yuso. Precioso todo. Y compré lotería, que era el verdadero objetivo de mi viaje, en la administración número 6 de Logroño que, como saben, ha repartido el Gordo y que como buen zahorí había identificado como objetivo. Tanto como la 7 de Valladolid, donde compré otro décimo a la vuelta y que, a la postre, ha repartido todo el segundo. Bien, pues no me ha tocado un euro. Pero ¿y lo bien que nos lo pasamos?
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