zieme.amparo
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Hace una semana no había más que barro y coches despanzurrados uno encima de otro. Tras siete días con menos lluvias e intenso trabajo de los voluntarios, el polvo ha sustituido al fango y los vehículos han sido retirados. V olvemos al barrio Orba o Parque Alcosa de Alfafar , la primera 'zona cero' de la riada de Valencia que recorrimos cuatro días después de la catástrofe.Atravesando la vía del tren desde Benetúser, que sigue cortada, el túnel donde quedaron atrapados decenas de coches ya ha sido despejado, pero todavía no se puede cruzar porque los bomberos siguen achicando agua. Lo mismo hacen los empleados de un polígono industrial adyacente, donde hace solo siete días se apilaban coches y camiones arrastrados por el agua. Entre una marea de voluntarios y esquivando las grúas, excavadoras y camiones que cargan los escombros, caminamos hasta la calle Alzira , que hace una semana era un lodazal y estaba cortada por una montaña de coches. En su esquina con la calle Masanasa, los vecinos barrían toneladas de fango con escobas y rastrillos y sacaban de sus plantas bajas todos sus muebles y enseres cubiertos de barro. Hoy, el panorama no podía ser más diferente: las calles están despejadas y las aceras relativamente limpias, pero el lodo que persiste sobre la calzada revela las cicatrices de la riada.Antes Después En el túnel entre Benetúser y Alfafar había una montaña de coches atrapados por la riada el 2 de noviembre. Aunque ha sido limpiado una semana después, todavía queda agua por retirar. Pablo M. DíezAntes Después La calle Alzira, del barrio Orba o Parque Alcosa, estaba llena de fango y coches arrastrados por la riada el sábado 2 de noviembre y ha sido limpiada durante esta semana Pablo M. DíezA la puerta de su casa nos espera el vigilante de seguridad Moisés Pitarch , a quien conocimos hace una semana cuando reclutaba voluntarios en la vía del tren para limpiar su calle porque todavía no había acudido la ayuda oficial. «Cuando llegué al barrio a la mañana siguiente de la inundación, se me caían las lágrimas. Pero mi espíritu ha cambiado gracias a los voluntarios, por supuesto no por los políticos. Todo esto lo hemos limpiado con los voluntarios, que han traído incluso maquinaria pesada», analiza Moisés, cuyo coche acabó estampado en el patio de un colegio a pocos metros.Antes Después Moisés Pitarch, el 2 de noviembre en su calle del Barrio Orba o Parque Alcosa, cuando estaba cortada por una montaña de coches arrastrados por la riada, y una semana después, tras la retirada de los vehículos y del fango. Pablo M. DíezHaciendo honor a su nombre bíblico, Moisés fue el primero en abrir las aguas de Alfafar para que llegara la ayuda humanitaria y ha acogido en su casa a la familia de su vecino Domenico De Luca, cuyo piso de la planta baja quedó anegado. «Aunque hemos perdido lo material, vamos a recuperarlo y el espíritu del barrio ha mejorado muchísimo. Antes no conocía a mis vecinos y ni siquiera nos saludábamos. Hoy, sabemos nuestros nombres y nos abrazamos. Los voluntarios no solo han traído brazos y ganas de trabajar, sino esperanza», extrae como conclusión positiva.MÁS INFORMACIÓN noticia No Bomberos en la zona cero: «Mujeres mayores se acercan para pedir comida»Pero eso no significa que los problemas de los damnificados se hayan solucionado, sobre todo para quienes vivían en la planta baja de los edificios y perdieron sus viviendas. «Esto hace pocos días estaba igual; la limpieza fue el jueves o viernes», matiza Sandra Bataller . Junto a su marido, Pedro Ortega , han tenido que usar una máquina de limpieza a presión para quitar el barro. Para ellos, lo más duro no es lo que han pasado, sino lo que les espera. «El ánimo no lo tenemos muy bien porque falta mucho trabajo para volver a la normalidad, que se ve muy lejana porque no sabemos nada de los seguros ni de las ayudas», se queja Sandra.Antes Después Sandra Bataller y Pedro Ortega, cuyo piso quedó inundado por la riada del 29 de octubre, lo estaban limpiando el sábado 2 de noviembre y, una semana después, temen dejarlo vacío y que sea 'okupado'. Pablo M. DíezCon su familia, sigue alojada en el piso de los vecinos de la primera planta, pero ya ha decidido irse a casa de un pariente para «no abusar de su hospitalidad». «Tenemos que marcharnos porque aquí no podemos vivir, pero debemos cerrar bien la puerta para que no se nos meta ningún okupa», manifiesta Sandra un temor que ya tienen muchos damnificados.La falta de realojamiento en hoteles o pabellones es otra de las críticas a las administraciones, cuya imagen ha quedado dañada por su nefasta gestión antes, durante y después de la catástrofe. «Nos hemos sentido muy abandonados porque aquí no ha venido nadie a ayudarnos. Si no hubiera sido por la gente de a pie, todos los de las plantas bajas estaríamos en la mierda», denuncia Remedios García Martín , quien ha perdido no solo su casa, sino también a un cuñado, que falleció ahogado. «Aquí no ha venido nadie a preguntarnos dónde estamos durmiendo ni cómo estamos. Nos hemos metido en casa de mi madre, pero somos diez personas», se queja enfadada.Antes Después La calle Masanasa, del barrio Orba o Parque Alcosa, estaba llena de fango y coches arrastrados por la riada el sábado 2 de noviembre y ha sido limpiada durante esta semana. Pablo M. DíezAnte la falta de apoyo público, la solidaridad se ha desbordado tanto como la riada, como se ve en los puestos de reparto de comida, ropa y productos de limpieza que abundan por las calles. «Hemos montado una mesa solidaria para ayudar a los vecinos mayores. Los voluntarios traen comida y, con mis hijos y mi vecina, la subimos a sus casas», cuenta Khadija Attichou Serghini en la calle Alzira. En la esquina con Masanasa, otro vecino, José, vocea la llegada de «los hermanos de la Iglesia evangélica de Almería y La Puebla, que traen ayuda y biblias».En esta semana de marrón en el Parque Alcosa, mucho ha cambiado porque el polvo ha reemplazado al fango y las montañas de coches retiradas. Lo que sigue igual es la riada solidaria de los vecinos y voluntarios.
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