N
Natalia Arroyo Clavell
Guest
Son días extraños. Las Navidades siempre lo son. Hay una mezcla curiosa entre vorágine y reflexión, entre compras de última hora y una repentina necesidad de hacer balance. Apuramos los días de diciembre y usamos el simbolismo del cambio de número, del 4 al 5, para intentar dar carpetazo a lo que no nos termina de gustar y llenarnos de buenos propósitos. Nos parece buen momento para ese empujón definitivo hacia un horizonte nuevo, como si a partir de enero todo cambiara radicalmente. El nuevo año suena a reset. A reinicio.
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