sadye66
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Los dos protagonistas, cada uno a su manera, rugieron bien alto. Y, por supuesto, el combate retumbó en todos los confines del mundo. Han pasado 50 años, medio siglo, y aquella inolvidable velada de boxeo sigue honrando a su más famoso apelativo: «Rumble in the jungle» . O sea, «Rugido (o retumbar o estruendo o ruido…) en la jungla».. En la madrugada del 30 al 31 de octubre de 1974, George Edward Foreman (Marshall, Texas, 10 de enero de 1949), entonces campeón del mundo del peso pesado, se enfrentó a Muhammad Ali, antes Cassius Marcellus Clay (Louisville, 17 de enero de de 1942–3 de junio de 2016). Dos púgiles estadounidenses dirimiendo la supremacía universal a más de 13.000 kilómetros de su país, en Kinsasa, capital de Zaire, país africano hoy llamado República Democrática del Congo .«Es uno de los grandes combates de la historia, en parte por la excentricidad que lo rodeó. Fue una obra de arte que se sacó de la manga el promotor Don King al pagar lo que no estaba en los escritos (cinco millones de dólares a cada boxeador) gracias al apoyo de un dictador, Mobutu Sese Seko , del que entonces no se conocía el alcance de sus acciones», rememora Jorge Lera, periodista de Eurosport.«Foreman era mucho más que el campeón —prosigue Lera—. Era un monstruo, estaba masacrando a todo rival que le ponían por delante».Enfrente, Alí buscaba recuperar el título y el prestigio deportivo que había perdido en 1967 por negarse a combatir como soldado en la guerra de Vietnam . Le prohibieron boxear durante casi cuatro años, y durante ese período no dejó de alimentar su otro yo, el del activismo social.«Ali trascendía el deporte, era un auténtico ídolo de masas —señala el periodista Jaime Ugarte—. Todo un personaje en la lucha contra el racismo, plasmada en su famosa frase al negarse a ir a Vietnam: ' Yo no tengo ningún problema con los vietcong porque ninguno me ha llamado nigger (término peyorativo)'».Mobutu hizo montar un ring en el estadio 20 de mayo (hoy Tata Raphaël), lo llenó —60.000 personas— y lo convirtió en un acto de reivindicación racial. «Días antes de la pelea, hubo un megaconcierto para el que contrataron a las más grandes estrellas de raza negra como eran Celia Cruz, BB King, James Brown o The Spinners », cuenta Lera.La expectación fue alimentada durante semanas. Cinco, exactamente. El combate estaba previsto para el 25 de septiembre , pero Foreman sufrió una lesión en el ojo derecho entrenándose y hubo que aplazarlo. Ambos boxeadores, sus respectivos séquitos, periodistas de medio mundo y demás personal mantuvieron durante un mes al país africano en el epicentro informativo internacional. «Yo nací en 1999, pero mi abuelo me contó la historia de este mítico combate y quedó grabada en mi memoria. Muchas personas nacidas antes o después de este gran acontecimiento lo recuerdan muy bien», asegura Plotin Yambenga, periodista congoleño.«Fue un gran acontecimiento a través del cual el presidente Mobutu vendió una buena imagen de su país. Para algunos analistas, fue una oportunidad para Mobutu de demostrar la fuerza de su país. Zaire no era sólo un país gobernado por un dictador, sino también un lugar donde podían ocurrir grandes cosas. El gobierno actual ha creado una comisión para celebrar el 50º aniversario de este gran combate, decisión que ha tenido una gran acogida», añade Yambenga. Las semanas de espera no se hicieron largas. Foreman y Ali, que se entrenaban por turnos en el mismo lugar, se encargaron de animarlas calentando el ambiente. Sobre todo, el aspirante. En un libro tan famoso como recomendable, 'El combate' de Norman Mailer , están recogidos numerosos episodios de provocación. Como muestra, este breve intercambio verbal en uno de esos cambios de turno: «Al oír el rumor del séquito de Foreman pasando por allí cerca, Ali gritaba: 'Entra, zoquete. No voy a hacerte daño'. 'No quiero ni oírte', le respondía Foreman a su vez».Un día antes de la pelea, Foreman era el gran favorito. En Las Vegas las apuestas estaban 14-5 a su favor. «Si Clay (Ali) consigue la victoria, cinco dólares a su favor se pueden convertir en 17», detallaban los teletipos de las agencias.Lo que sucedió en aquel ring de la jungla a partir de las 4 de la madrugada —inusitada hora local ajustada a la audiencia televisiva estadounidense— fue recreado hace una década en ABC por David Gistau : «La pelea de Ali fue una asombrosa proeza de la inteligencia. Primero salió al ataque, y exasperó adrede a Foreman arrancando las combinaciones con la mano derecha, la de atrás, lo cual era humillante porque equivalía a despreciarlo por lento en la reacción. Cuando ya lo tuvo fuera de sus cabales, se encerró en las cuerdas y permitió que le largara todos los ganchos que se le antojaran, hasta agotarse. De vez en cuando le susurraba al oído cosas como: '¿Eso es todo lo que tienes, George? Me dijeron que pegabas fuerte'. Foreman llegó vacío al octavo asalto, y Ali lo tiró definitivamente saliendo de las cuerdas después de hostigarlo con unos jabs vertiginosos que enloquecieron como un enjambre al gigante. Esa táctica de aguantar hasta la fatiga del rival pasó a la historia como 'Rope-A-Dope', término que en los Estados Unidos se usa incluso para el lenguaje político».Táctica suicida«Ali ya no tenía las piernas de antes —opina Jorge Lera—, así que se tenía que parar encima de la lona del ring, que con la humedad y el calor se había ablandado. Era como boxear en arena de playa . No te podías estar moviendo todo el tiempo, las cuerdas también estaban flojas, y fue ideando esa estrategia. Ali se lleva castigo, pero no es que reciba una paliza. Si ves asalto por asalto, en todos tiene sus opciones y le va metiendo también golpes a Foreman».Jaime Ugarte insiste en que «Ali sorprendió a todos con una táctica que a a priori parecía suicida: dejar que un tío como Foreman se desgastara golpeándole en las cuerdas. Daba la impresión de que aquello podía ser el fin. Pero Foreman se vació, incluso psicológicamente porque Ali le hablaba mucho, provocándole ».Para Lera, «la gran leyenda de Muhamad Ali se cimenta en esa reaparición prácticamente milagrosa. Para mí es el deportista más importante de todos los tiempos . No el mejor, sino el más importante. No ha habido nadie con su impacto y su influencia en la sociedad de la época».José Luis Garci , director de cine y apasionado del boxeo, sigue llamando a Alí por su nombre y apellido de nacimiento: « Cassius Clay no sólo cambia el boxeo, sino su tiempo . Clay es el más puro exponente de los 60, tanto como Camelot y la Nueva Frontera, Vietnam, los Beatles y los Rolling , Malcolm X o Martin Luther King . Con él nace la auténtica rebelión, él es anterior a Berkeley y a Mayo del 68. Clay es una nueva cabaña del tío Tom. Él es el verdadero profeta del cambio social y no Marcuse. La revolución permanente. Incluso hoy, nos falta perspectiva para conocer el auténtico alcance de sus golpes al sistema. Le desposeyeron del título, volvió, lo reconquistó en Zaire, volvió a perderlo y a ganarlo».Jeancy Lualua , exboxeador congoleño, fue testigo del icónico combate: «Mi primera impresión fue de emoción mezclada con cierta ansiedad. Ver a dos leyendas enfrentarse en un ring era increíble. Estaba nervioso por Ali, porque Foreman parecía muy poderoso. Pero también tenía esperanza, porque Ali siempre tuvo esa capacidad de sorprender».«La atmósfera era electrizante —dice Lualua—. El estadio estaba lleno de pasión. Se podía sentir la tensión en el aire, cada espectador contenía la respiración con cada golpe que se asestaba. Era un momento único, casi mágico . Lo que más me impactó fue la forma en que Ali utilizó su velocidad y agilidad para esquivar los golpes de Foreman». Para este expúgil, «este combate puso a África en el mapa del mundo del boxeo. Para los boxeadores congoleños, fue una fuente de inspiración inmensa. Muchos jóvenes comenzaron a soñar con convertirse en boxeadores profesionales, y esto abrió puertas para competiciones internacionales».«En mi país, este duelo fue un orgullo nacional. La gente hablaba de este combate durante meses. A nivel mundial, se vio como un punto de inflexión en la historia del boxeo, un enfrentamiento que trascendió el deporte para convertirse en un evento cultural. Reunió a personas de diferentes culturas y clases sociales. Mostró que el deporte puede ser un vector de unidad y esperanza en un mundo a menudo dividido », concluye Luala.Plotin Yambenga comenta que «después del fútbol, el boxeo es uno de los deportes con más aficionados en la República Democrática del Congo (RDC). Cada vez más congoleños se interesan por él, especialmente con el ascenso de Martin Bakole . La RDC no es sólo un país de grandes futbolistas, sino también una nación de grandes boxeadores. En todos los barrios de Kinsasa surgen nuevos clubes de boxeo. Esto demuestra que el combate entre Ali y Foreman ha animado a muchos congoleños a practicar el boxeo».
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