‘1976’: un poderoso ‘thriller’ intimista con el terror de Pinochet de fondo

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27 Sep 2024
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Como Emily, otro de los estrenos de la semana, 1976 también es la ópera prima de una actriz, en este caso, la chilena Manuela Martelli. Inspirada en su propia abuela, 1976 es un debut prometedor —la película estuvo seleccionada en La Quincena de Realizadores de Cannes y es candidata al Goya a mejor película iberoamericana— sobre una mujer que no acaba de encajar en su entorno. Así, desde lo íntimo y doméstico, Martelli construye un thriller que expone los horrores de la dictadura de Augusto Pinochet. El título, 1976, resulta tan parco y a la vez elocuente como su personaje principal, una silenciosa ama de casa burguesa en la piel de una soberbia Aline Küppenheim que, tres años después de la muerte de Allende y el mismo año en que estalla otro golpe militar, el de Argentina, empieza a incubar un agónico sentimiento de rebeldía.

Martelli se centra en su personaje principal para desfilar por la sórdida sociedad que avaló la dictadura neoliberal de Pinochet y también por los márgenes de la resistencia clandestina. A través de una acomodada familia de Santiago que está arreglando su segunda vivienda cerca del mar, ese núcleo y sus satélites (amigos, la empleada del hogar, la cuadrilla de obreros…) funcionan como metáforas de un régimen que impuso con sangre su modelo. La película conduce al espectador al próspero salón de los triunfadores del golpe, un siniestro confort en el que Martelli sitúa a su callada e incómoda heroína: una mujer elegante y madura, enormemente atractiva y reservada, que contra todo pronóstico decide aventurarse y ayudar a un joven militante perseguido por la policía.

A través de detalles nimios de la vida cotidiana, con pocos diálogos y una atmósfera opresiva, 1976 retrata un país patriarcal y paternalista que trata a sus mujeres como tontas y locas. Eso es, a ojos de los suyos, esta mujer burguesa de la que sabemos muy poco, tan solo que sufrió una fuerte crisis en el pasado, y que ahora emplea su tiempo y buen gusto en elegir el color de las paredes, en colaborar con la Cruz Roja y en cuidar a sus nietos.

Sutil y elegante como su protagonista, 1976 encierra momentos tan poderosos y violentos como la secuencia del barco, que lleva al vómito a una mujer acostumbrada al silencio, quizá su único refugio. Una mujer de perlas y misa que, a través de los cuidados a un joven desconocido, toma conciencia del régimen de terror en el que vive.

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