graham.alysson
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Uno tiene la impresión de que las demandas del nacionalismo catalán, incluyendo el intercambio mercantil que rodea la investidura de Salvador Illa, nos devuelve al año 1892. En concreto, a unas 'Bases para la Constitución Regional Catalana', conocidas popularmente como Bases de Manresa, impulsadas por Unió Catalanista –un conjunto de asociaciones que se crea en 1891 como respuesta al artículo 15 del Código Civil español que atentaba contra el derecho catalán: el agravio, siempre el agravio- en donde aparecía el embrión del empeño estatal catalanista. En las 16 Bases se lee, entre otras reivindicaciones, que «la lengua catalana será la única que podrá usarse con carácter oficial en Cataluña», que «sólo los catalanes, tanto los de nacimiento como los que lo sean por naturalización, podrán desempeñar cargos públicos en Cataluña», que «Cataluña será la única soberana de su gobierno interior», que «el poder legislativo regional radicará en las Cortes catalanas», que «el poder judicial se organizará restableciendo la antigua Audiencia de Cataluña… la suprema autoridad judicial de la región«, que «la conservación del orden público y seguridad interior de Cataluña estarán confiadas al Somatén», que «la enseñanza pública en sus diferentes grados y ramas deberá organizarse de una forma adecuada a las necesidades y carácter de la civilización de Cataluña», que «la Constitución catalana y los derechos de los catalanes estarán bajo la salvaguardia del poder ejecutivo catalán». La Historia no solo rima, sino que se repite.Estas Bases, referidas al Poder regional, se complementan con una Base -la Base 1-, referida al Poder central y el Poder regional, en donde puede leerse que «las vías de comunicación de interés regional serán de exclusiva competencia de las regiones: idéntico criterio se seguirá en los servicios de Correos y Telégrafos», (Base 1.d) y que «quedarán a cargo del Poder central [entre otras competencias] la formación del presupuesto anual de gastos que, en lo que no alcancen las rentas de Aduana, deberá distribuirse entre las regiones en proporción de su riqueza» (Base 1.f). Han pasado 132 años y la cosa sigue prácticamente igual. Lo que sí se echa en falta es que la Generalitat de nuestros días reivindique el servicio de Correos. Quizá –entre otras cosas- no se han dado cuenta de que Correos existe. Cuando se enteren, pedirán su traspaso –con la correspondiente subvención del Estado a fondo perdido- para catalanizarlo. Todo se andará.
Miquel Porta Perales: 1892
En las 16 Bases se lee que «la lengua catalana será la única que podrá usarse con carácter oficial en Cataluña» y que «sólo los catalanes, tanto los de nacimiento como los que lo sean por naturalización, podrán desempeñar cargos públicos en Cataluña»
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